
Suena el despertador, son las 6'30 del Día de Reyes, último día de las Fiestas Navideñas en el que celebraremos la última reunión familiar de estas fiestas.
Hoy la merienda será en mi casa, con lo que me levanto
rapitido para preparar los Roscones, que, modestia aparte, siempre me quedan estupendos. ¿Siempre?
Después de mi desayuno, comienzo a prepararlos. Uno lo amasaré en la
panificadora y el otro en la
Thermomix.
Para el que voy a amasar en la
panificadora, preparo los líquidos en la
Thermomix, más fácil que batir a mano o con la batidora. Ya tengo el batido preparado y la harina pesada. Coloco ambos en la cubeta y programo la
maquinita en el programa de amasado. Sólo ha pasado un minuto cuando noto que algo va mal. !Claro que va mal! He olvidado colocar las palas de amasado, con lo que
difícilmente se va a realizar éste.
Vacío la cubeta y coloco las palas. Vuelvo a introducir los ingredientes, que ya se han mezclado un poco con su traslado al
bol y del
bol a la cubeta. Vuelvo a programar. Ya todo va bien. Se esta formando una masa estupenda.
Mientras preparo el otro roscón en la
Thermomix y dejo que leve.
Transcurrida la hora y media del programa de amasado, saco la masa de la cubeta, formo una bola y doy forma al roscón. Le pincelo con huevo y coloco sus adornos, almendras laminadas y guindas rojas y verdes. Dejo que vuelva a levar. Sube estupendamente, al igual que su hermano.
Precaliento el horno y pongo los dos roscones a hornear. El amasado en la
panificadora arriba y su hermano abajo, acompañados de un recipiente con agua.
A los 10 minutos noto un
olorcillo que no me gusta nada de nada...
¡El roscón de arriba se está quemando!
Con gran enfado y disgusto, le saco del horno imaginando que estaría crudo por dentro y "
achicharradito" por fuera. Le dejo unos minutos fuera del horno y compruebo si se ha cocido o no. El interior está
cocidito y con una apariencia muy esponjosa, con lo que decido no tirarlo
inmediatamente. ¡Ya pensaré qué hacer!
Cuando Ángel llega de trabajar no se fija en lo "
tostaíto" que ha salido y me pregunta si no he podido resistir probarlo.
A comer somos seis, mi cuñado, mis sobrinos, mi madre y nosotros. Un Roscón era el postre, pero después del desastre, el postre pasa a ser unas
tartitas de queso de
DANONE (¡Bendito fondo de Nevera!). Los chicos no intentan probarlo, pero los adultos decidimos quitar la parte superior, la "
pelín tostadita" según mi madre (las madres siempre encuentran el lado bueno de los hijos), y disfrutar del resto, que aunque parezca imposible, está estupendo.
Su hermano está reservado para la merienda, porque presenta un aspecto precioso.
Llega la hora de la merienda. Ya estamos toda la familia, mis cuatro sobrinos, mis suegros, mi madre, mi hermana, la de Ángel, mis cuñados y nosotros. Brazo de Chocolate y Crema (hecho por mi cuñada), café con leche,
colacao, paladín, cava y ... ¡roscón!, el bonito por supuesto.
Y, mira tu por donde, el bonito acaba siendo feo, porque está más seco que su hermano el "
tostaíto". Todos acabamos tomando la miga del "desastre", aunque también tomamos a su hermano.
De tan
desastrosos Roscones de Reyes, falla hasta la sorpresa, que no aparece en ninguna de las porciones, salvo en el último
trocito del "
tostaíto" que toma mi cuñada.
Por cierto, que se me olvida poner la
fotito de su hermano. Aquí está...

En fin, no sé qué pudo ocurrir, pero no vuelvo a hornear los dos roscones juntos y recomiendo, a quien tenga
panificadora, que haga los amasados en ella, que salen estupendos, para mi gusto mejor que en la
Thermomix.